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HISTORIA:


No se sabe la fecha de la fundación de nuestra  localidad, ya que los archivos municipales fueron destruidos en la Guerra de la Independencia Española por las tropas de Napoleón, a consecuencia de la Batalla del Tiétar.

En el término municipal se han encontrado restos de la Prehistoria, tales como el Torreón del Calamoco. Existen vestigios de la existencia de una población en el lugar en la época romana.

 

Las primeras noticias de la actual localidad de Malpartida datan de 1494, cuando la población tenía 180 habitantes. Hacia 1513, muchos chinatos contribuyeron a la Conquista de América, siendo Diego Gómez de Malpartida el primero del que se tienen noticias.

 

Según el Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura, en 1791 Malpartida era una aldea de Plasencia con 405 vecinos.

A la caída del Antiguo Régimen la localidad se constituye en municipio constitucional en la región de Extremadura, desde 1834 quedó integrado en el Partido Judicial de Plasencia. En el censo de 1842 contaba con 400 hogares y 2191 vecinos.

Monumentos religiosos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Iglesia parroquial católica bajo la advocación de San Juan Bautista , en la Archidiócesis de Mérida-Badajoz, Diócesis de Plasencia, Arciprestazgo de Mirabel. Es un templo del siglo XVI.

Otros monumentos son las ermitas de San Blas, de la Virgen de la Luz, de San Gregorio y de San Cristóbal.
Patrimonio natural.

 



Cuenta con jardines y áreas de campo acondicionadas para el esparcimiento: camping, parque municipal y merendero de San Cristóbal. Además, parte del Parque nacional de Monfragüe se encuentra en el término municipal de Malpartida.

 

Personajes ilustres

 

Leyendas



    LA TUMBA DE LA MOZA MUERTA


    Referidas a este suceso o leyenda urbana, podemos encontrar varias versiones. Como ocurre con este tipo de leyendas, urbanas o no, suele tratarse de narraciones macabras, contadas por nuestros antecesores y que a ellos les contaron los suyos, las cuales con el paso del tiempo se van a veces modelando, a veces deformando.

    En este caso optamos por la versión de nuestro incomparable investigador y amigo Dionisio Clemente Fernández. (M. Serrano) Hace ya muchos años, sería a finales del siglo XIX, dos jóvenes de Malpartida, Juan y María, se enamoraron profundamente. Las diferencias socioeconómicas estaban en su contra y Juan, sin dinero, pensó que nunca podía llegar a casarse con María si no mejoraba su situación económica. Era un jornalero sin más patrimonio que sus brazos.

    Juan, en ocasiones, trabajaba en la hacienda del padre de María, que era un importante y poderoso terrateniente. Éste, al enterarse del posible noviazgo de Juan con su hija, se volvió iracundo con María, privándole de salir a la calle si volvía a hablar con ese hombre. Juan desesperado, decidió marchar a América a probar fortuna, igual que algún paisano que lo había conseguido, no sin antes despedirse de María. Rápidamente tomó rumbo a América, ilusionado, puesto que ella le prometió que su amor era eterno y le esperaría.

    Sola en los correderos de mecedora, de consola y lorito, sueña el querer que a Cuba se fue y aquella mujer está tocando el piano. Escriben sus blancas manos cartas de amor que han de volver... Y pasaron los años. Ella esperaba y él fue amasando una gran fortuna.

    La novia del embarcado nunca la siesta dormía... Pasaron varios años y Juan consiguió su propósito. No quiso decir nada a María, tomó parte de sus bienes con rumbo a su tierra para ofrecérselos como dote a los padres de María, con quien pensaba casarse y regresar a las Antillas. Juan, era aficionado a la caza pero nunca había podido ahorrar para comprarse una escopeta, y con él traía una de la cual presumía. Tomó el barco.




    Se bambolea, la galeta en el río, Se bambolea, que viene de Sanlúcar, con la marea. Viva Triana y los barcos que vienen desde La Habana.

    Al llegar a Malpartida, preguntó por María. Le dijeron que solía ir de paseo todos los días hasta las viñas con su perrito. Era un día de últimos de Noviembre con densa niebla, y sin esperar más tiempo, Juan cogió su escopeta y fue a buscar a María. Cuando estaba llegando cerca del alto del Canalizo, vio moverse algo entre el sotobosque y oyó un gruñido estremecedor.

    Ante él se presentó un enorme jabalí. Se echó la escopeta a la cara y en cuestión de segundos pasó todo. Apareció el jabalí, un perro corriente tras él y detrás una joven llamando al perro.

    Salió un disparo de la escopeta de Juan dirigido al jabalí, pero la bala dio en la cara de la joven que murió quedando desfigurada e irreconocible.

    Asustado por lo sucedido y sin poder reconocer a la persona que había disparado, Juan decidió enterrar el cuerpo en una zona próxima, y colocó una piedra con una cruz que rayó en el lugar de donde sucedió el hecho. Sin demora volvió a Malpartida, recogió sus bienes, y diciendo que no había podido ver a María, marchó para volver a Cuba. Viva Sevilla y los barcos que salen de las Antillas.

    En el pueblo se comentaba que María había huido con Juan a América porque él no había conseguido fortuna para casarse con ella. Llegado a Cuba, Juan se extrañó de no recibir más cartas de María y pensó que le había olvidado. No se atrevía a preguntar por ella después de lo sucedido.

    Cierto día, pasado un tiempo, casualmente se encontró con un paisano en La Habana y éste le preguntó por María, comentándole que había desaparecido cuando él estuvo a verla. En aquel momento comprendió que la joven a la que disparó aquel día de niebla era María. Calló y lloró.

    Tiempo después, ya en los años 30 del siglo pasado, un joven descendiente de Juan apareció por Malpartida. Tomó el camino de las viñas y buscó el lugar con la cruz señalada en la pizarra de la que tantas veces le había hablado Juan.

    Repasó el símbolo y colocó unos azulejos blancos y azules con un ramo de flores. Ese lugar se diría en el futuro: La tumba de la Moza Muerta. Las mecedoras bailan sus habaneras con su son de manigua y ron y se abre el balcón suspira el pregón...




    Malpartida, tierra de ´chinatos´

    Una antigua rivalidad con los placentinos que los vecinos de Malpartida de Plasencia salvaban a pedradas ha dado lugar a que los malpartideños sean conocidos con el sobrenombre de "chinatos", que tienen a gala Malpartida de Plasencia descansa entre la sierra de Santa Bárbara, que la separa de Plasencia, y las aguas del Jerte sobre unas tierras de secano que llegan a las Vegas del Tiétar, sólo salpicadas por pequeños regadíos. Su gran extensión, 372 kilómetros cuadrados, la llevan a tocar las sierras de Tormantos y Cañaveral.

    Aunque sobre sus orígenes no todo se sabe, pues las tropas francesas destruyeron los archivos municipales en la batalla del Tiétar, no obstante, hay vestigios de presencia romana, tanto en la localidad como en los alrededores, donde existen yacimientos que podrían tratarse de derivaciones de la cercana Vía de la Plata. También se han encontrado restos celtíberos en una dehesa.

    Poseedora del título de Villa desde 1961, su emplazamiento está ligado a Plasencia, pues al fundarse ésta, en 1186, comenzaron a prosperar nuevos asentamientos próximos a ella. Cuentan que uno de estos poblados se llamó Malpartida, que tuvo un auge rápido gracias a que se cobraban los tributos de la trashumancia sin llegar a Plasencia. EL CORO DE LA IGLESIA

    Su monumento principal es la iglesia de San Juan Bautista, del siglo XVI. Se trata de un edificio de mampostería y granito, con un estilo que se sitúa entre finales del gótico y comienzos de renacimiento, de una sola nave con cuatro tramos esbeltos. Uno de sus elementos más vistosos es el coro. Luis Fernández García, en el libro Raíces Chinatas, lo describe así: "El coro alto o tribuna es una de las más bellas creaciones del arquitecto Juan Álvarez.

    De puro estilo corintio, casi plana, estrellada, con multitud de nervios que la cruzan, soberbias pilastras herrerianas, escaleras majestuosas y triunfales, con balaustrada también de piedras, todo ello de tal magnificencia que atrae la atención y admiración de propios y extraños, que ven en ello una sorprendente y gran inteligencia, pues llega a límites inconcebibles, burlando las leyes de la naturaleza".

    En Extremadura, los habitantes de Malpratida son chinatos, apodo que parece proceder de antiguas rivalidades con Plasencia que los malpartideños no dudaban en saldar a pedradas. Al parecer, los de Malpartida se trajeron de Plasencia a San Juan Bautista y cuando los placentinos intentaron arrebatarles la imagen salieron escaldados a pedradas (o chinas). También está la creencia de que el apodo proviene de un pequeño caserío de la población llamada La China.

    Finalmente, hay que destacar que la actividad del municipio se distribuye entre el sector agrario, los servicios y la construcción, que merece especial atención por el elevado índice de empleos que género.



 Teléfono: 927 40 40 24

Horario: 8:30-15:00 h  
 Plaza Mayor, 1
 10680 Malpartida de Plasencia (Cáceres) e-mail: ayuntamiento@malpartidadeplasencia.es